FIC OPS .,.,.,

Quizás sin darme cuenta hubiese muerto al resbalarme en la ducha e ido al infierno, eso justificaría que me sintiese como en un honro, y no es que hubiese hecho cosas para no merecerlo ... Pero no, aquello no era el infierno, aún peor, era verano ... Cuarenta grados a la sombra, el zumbido de las cigarras ... Mi cabeza se siente como una olla que hierve a presión. Sin embargo, había algo que me levantaba el ánimo y es que tan pronto empieza a hacer un poco de calor, las chicas empiezan a sudar sus feromonas y a exhibir sus cuerpos ligeros de ropa. ¡El mundo aún tiene sentido!.

Pues eso, andaba de aquí para allá, por las calles de Hargeon, sin rumbo fijo. Numerosos bares y tabernas aprovechaban este clima para poner sus terrazas y que la gente se tomara una de esas coloridas y refrescantes bebidas con nombres impronunciables y poco masculinos bajo el calor (extremo) del sol. -El sol es técnicamente una enorme bola de fuego radiactiva, no se por que a la gente le gusta tanto.- suspiré mientras me tambaleaba bajo la abrasadora estrella. Mi plan para hoy iba a consistir en flirtear con alguna que otra chica y con un poco de suerte ... ejem, ya me entendéis. Pero este calor le quita las ganas a cualquiera, incluido a alguien que se dedicaba en cuerpo y alma al género femenino como un servidor.

En algún momento decidí pararme a refrescar mi sedienta boca en alguna taberna. "El aliento del cangrejo ermitaño", que nombre más raro y poco atractivo. -¡Oh! Que rústico, seguro que es un lugar de reunión para los varoniles hombres del mar.- asentí, sin embargo, satisfecho por haber llegado a aquel lugar. Un par de puestas al estilo western se tambalean hacía delante y hacía atrás con un pequeño chirrido. La gente ni siquiera se molesto en mirar hacía la puerta, estaban todos en silenció, pendientes de que su jarra jamás estuviese vacía y sumidos en sus penas. -Eh ... Que deprimente, tks.- chasqueé la lengua decepcionado. Me esperaba algo más normal, no se, unos cuantos borrachos peleándose, música infumable de fondo, historias sobre alta mar y todas esas cosas que salen en las películas de piratas.

Con resignación me senté en uno de los taburetes de la barra y pedí algo para beber, al menos el viaje no sería en vano. El barman, un curtido hombre de gruesos y fuertes brazos, con callos en las manos, ¡Un verdadero hombre!, deslizo la jarra de cerveza con gran maestría por la barra, la detuve con la mano y inmediatamente le di un buen trago, seguido de un suspiro de alivio. Sabía a horriblemente mal, aguada, pero estaba fría y eso era casi orgasmico con el calor que hacía fuera.

No dejaba de ser gracioso, y algo cruel, que mis planes se torcieran hasta tal punto que en vez de pasar el día rodeado de jóvenes bellezas lo pasase con hombres curtidos y con pelos en el pecho. Pero mirando el lado bueno, si alguna joven atractiva viniese por aquí yo sería el mejor candidato ¡Si! ¡Si! ... ¿Pero que clase de chica iría a un lugar como este?. Ahora comparto la depresión de todas las personas de la taberna, me dan ganas de llorar.

-¡Maldita sea!.- maldije a gritos para mi mismo. Estaba intentando disfrutar de mi delicioso y refrescante helado de sal marina, pero no lo conseguía porque aquel inaguantable calor consumía su delicada consistencia y acaba teniendo que chuparme el brazo hasta el codo. Quizás sin darme cuenta hubiese muerto al resbalarme en la ducha e ido al infierno, eso justificaría que me sintiese como en un horno, y no es que no hubiese hecho cosas para merecerlo, la verdad sea dicha, pero no, aquello no era el infierno, era aún peor, era verano ... Cuarenta grados a la sombra, el zumbido de las cigarras ... A estas temperaturas mi cabeza se siente como una olla que hierve a presión. Sin embargo, había algo que me levantaba el ánimo y es que tan pronto empieza a hacer un poco de calor, las chicas empiezan a sudar sus feromonas y a exhibir sus cuerpos ligeros de ropa y el porcentaje de cuerpo descubierto crecía exponencialmente con los grados. ¡El mundo aún tiene sentido!

Numerosos bares aprovechaban este clima para poner sus terrazas y que la gente se tomara una de esas coloridas y refrescantes bebidas con nombres impronunciables y poco masculinos como "Stylish", "Caipirinha" o "Shirley Temple". La gente parecía disfrutar de aquel clima ¿Por qué? El sol es técnicamente una enorme bola de fuego radiactiva, no se por que a la gente le gusta tanto.

Mientras caminaba por aquí y por allá, sin un rumbo fijo, caminando por la sombra que producías los edificios y arboles un cartel me llamo la atención; "El aliento del cangrejo ermitaño", era una taberna, algo antigua y no muy bien cuidada, lo que viene a considerarse un antro de mala muerte. Sin embargo me llamaba la atención, parecía el típico punto de encuentro para marineros y pescadores varoniles y curtidos, como en los libros de piratas. Un par de puestas al estilo western se tambalean hacía delante y hacía atrás con un pequeño chirrido. La gente ni siquiera se molesto en mirar hacía la puerta, estaban todos en silenció, pendientes de que su jarra jamás estuviese vacía y sumidos en sus penas. -Eh ... Que deprimente, tks.- chasqueé la lengua decepcionado. Me esperaba algo más normal, no se, unos cuantos borrachos peleándose, música infumable de fondo, historias sobre alta mar y todas esas cosas que salen en las novelas. Con resignación me senté en uno de los taburetes de la barra, el cual chirrió ante mi liviano peso dando a entender que en cualquier momento podría romperse y hacer el protagonista de una cómica y avergonzante escena. Con un gesto de la mano llame la atención del barman, un curtido hombre de gruesos y fuertes brazos que se encontraba limpiando la misma jarra desde hacía un rato, con un trapo sucio y haciendo movimientos circulares. -Una cerveza.- dije solamente, eso basto para que dejase de "limpiar" la jarra y la usase para servirme mi cerveza; deslizó la jarra de cerveza con gran maestría por la barra, la detuve con la mano y inmediatamente le di un buen trago, seguido de un suspiro de alivio. Sabía a horriblemente mal, aguada, pero estaba fría y eso era casi orgásmico con el calor que hacía fuera.

No dejaba de ser gracioso, y algo cruel, que mis planes se torcieran hasta tal punto que en vez de pasar el día rodeado de jóvenes bellezas lo pasase con hombres con pelos en el pecho. Pero mirando el lado positivo, si alguna joven atractiva viniese por aquí yo sería el mejor candidato ¡Si! ¡Si! ... ¿Pero que clase de chica iría a un lugar como este?. Ahora comparto la depresión de todas las personas de la taberna, me dan ganas de llorar.

Dos horas y cuarenta y tres minutos más tarde iba por mi décimo novena pinta de cerveza ¿O era la vigésima novena? No lo sé, el caso es que aquel alcohol barato se me había subido a la cabeza y me encontraba profundamente mareado, apoyado en la barra y evitando moverme más de lo necesario para no vomitar hasta la sopa de miso blanco del desayuno.